Por qué tener una casa con
500 libros da tres años de
ventaja escolar a tus hijos
Publicado el 28 Marzo
2018 - Madrid
Al mismo tiempo es una
obviedad y una sinécdoque, uno
de esos juegos verbales en los
que la parte (la biblioteca)
expresa el todo (la cultura).
Pero ahora, por fin, podemos
medir con números esa idea tan
abstracta que llamamos
transmisión de la cultura,
indagando en estudios sobre la
educación como el
Informe PISA de la OCDE que
se dio a conocer hace algunos
meses.
Hay centenares de variantes
entre las que indagar en las
tripas de PISA y algunas de
ellas retratan la
cultura de la familia de los
alumnos: número de libros en
casa, predisposición a ir al
teatro o a exposiciones de
arte... Lo bueno es que
esos datos se pueden poner en
relación con el rendimiento
académico de los alumnos.
En España, por ejemplo, los
niños de 15 años que vienen de
casas con menos de 11
libros obtuvieron en el
último examen de PISA 423
puntos. En cambio, los que
venían de hogares con
más de 500 libros
lograron 540 puntos, un 27,65%
más. «En PISA
consideramos que 40 puntos
equivalen a un año académico, de
modo que esos 117 puntos de
distancia son casi tres años de
diferencia», explican,
desde París, fuentes de la OCDE,
el organismo que elabora el
estudio.
Algunos datos
complementarios. Primero, los
117 puntos entre un extremo y
otro que se dan en España no son
ninguna extravagancia. En el
conjunto de los países
estudiados, la distancia es de
111 puntos. Y segundo: el
porcentaje de casas en los que
hay menos de 10 libros es el 10%.
Al otro lado de la tabla, el 16%
de los hogares guarda más de 200
ejemplares y el 8%, más de 500.
Los porcentajes son mejores que
los de países como Francia,
Alemania, el Reino Unido,
Estados Unidos... y, además,
esta parte del estudio es tan
divertida como husmear en el
cuarto de estar de los vecinos.
Hay más cifras que van en la
misma dirección. Sin salir de
PISA, podemos averiguar que los
niños españoles que dicen tener
libros de literatura clásica en
casa reciben 512 puntos. Los que
tienen cuadros y otras obras de
arte, 510. Y los que tienen más
de tres instrumentos musicales,
518.
Además, el
informe PIRLS (Progress
in International Reading
Literacy Study) es otra
fuente que insiste en la misma
idea: los niños españoles de
nueve o 10 años (4º curso de
primaria) con más de 200 libros
(no se recogen más categorías)
en casa leen un 20,8% mejor.
Y ahora, ¿qué hacer con todos
estos datos?
“ES EVIDENTE QUE UN
ENTORNO DE CULTURA ES UNA
PROMESA DE INFORMACIÓN DE
CALIDAD. E INSISTO EN LO DE LA
CALIDAD, PORQUE EN ESTE MOMENTO
NOS SOBRA LA INFORMACIÓN”
Mariano Fernández
Enguita es catedrático
de Sociología de la Educación en
la Universidad Complutense de
Madrid. Y pone un poquito de
contexto: «La biblioteca es,
ante todo, un indicador, además
de un componente, del capital
cultural y escolar de la
familia. Si un niño ve a sus
padres leer interesados,
ensimismados, riendo, etcétera,
quiere aprender antes; y estos
le incentivan. Y la escuela
empieza masivamente por y gira
hasta el final en torno a la
lectoescritura, que además es el
caldo perfecto para el efecto
Mateo (eso de que los ricos se
hacen más ricos y viceversa).
Además, la familia con
más libros también va más a
museos, ve otra televisión, otro
cine, otra música, hace otro
turismo, habla más y mejor,
valora la escuela,
etcétera. Una pescadilla que se
muerte la cola. Si en vez de a
la escuela los llevásemos a un
taller de carpintería tendrían
ventaja los niños con más
herramientas en casa».
«No estamos en una relación
causa-efecto, más bien es una
causa difusa. La cultura es un
cúmulo de rasgos difusos que
crean una predisposición al
aprendizaje. La cultura no está
encerrada en un libro ni en un
cuadro», explica Antonio
Rodríguez de las Heras,
director del Instituto de
Cultura y Tecnología de la
Universidad Carlos III de
Madrid. «Pero es
evidente que un entorno de
cultura es una promesa de
información de calidad. E
insisto en lo de la calidad,
porque en este momento, nos
sobra la información.
Por eso, cada vez va a ser más
importante ese entorno cultural»
Las neuronas espejo y
el nivel de renta
A Álvaro Bilbao,
neurólogo y autor del libro
El cerebro del niño explicado a
los padres (Ed. Plataforma
Actual), le toca explicar cómo
funciona esa osmosis cultural:
«En el cerebro hay una cosa que
se llama neuronas espejo y que
son circuitos que permiten
aprender a través de la
observación y crear patrones
desde la réplica. Un
niño de dos años que ve a sus
padres leer no aprende a leer
por eso. Pero sí que crea un
patrón que le va a acompañar
toda su vida. No habrá
que convencerle ni que echarle
una charla».
¿Y entonces? «El niño que lee
accede a información de más
calidad, ésa es la primera razón
por la que tiene más éxito
académico. La otra razón es que
se desenvuelve mejor en la
expresión oral y escrita».
Y eso también vale para las
matemáticas. «Claro, porque el
lenguaje no sólo es lenguaje
verbal. También es lenguaje
abstracto», explica
Bilbao.
Vienen más datos.
Excellence through equity
es el título de otro estudio de
la OCDE, esta vez elaborado en
2012, que mide entre otras
cosas, las habilidades
matemáticas de los estudiantes y
que también atiende a datos
socioculturales como la
existencia de libros en el hogar
(sin precisar el tamaño).
En el caso de España, los niños
con libros mejoran un 5,6% el
rendimiento en mates de los que
no tienen.
Y aquí viene el truco que
todo el mundo ve venir desde
hace algunos párrafos: la
existencia de una biblioteca en
casa no sólo es la expresión de
la cultura de una familia.
También es el indicador de su
nivel de renta. No es fácil ser
pobre y tener más de 500 libros
en el salón.
«Normalmente, el número de
libros se utiliza como parte de
un índice global que mide el
nivel económico, social y
cultural del hogar de
estudiante», explica
Alfonso Echazarra,
analista de la OCDE. En ese
informe de equidad también se
señala que el impacto de los
niveles de renta sobre el
rendimiento de los niños
españoles es irrelevante.
Los responsables de PISA, que
lo miden casi todo, no han
querido estudiar la relación
entre el éxito académico y los
niveles de renta de las
familias. Lo más parecido que
existe es un paper que dice que
los hijos de los profesionales
tienen mejor rendimiento que los
hijos de los gestores, que
detrás van los hijos de
trabajadores industriales y los
de empleados en tareas básicas.
No hay más datos. Nos
quedamos, de momento, sin saber
si importa más ser rico o ser
culto.